La Batalla de Sagrajas



Cómo añoramos esos días. Sobre todo, cómo añoramos esos atardeceres en la munya, el hermosísimo jardín que dicen y cuentan que tuvo Al Mutawakil a la vera del río, detrás de la Torre del Apéndiz, en la Alcazaba que miras desde San Cristóbal. Eran puestas de sol bañadas en versos, en cantos dedicados al amor y a la buena vida.

La Batalla de Sagrajas es más antigua que el fuerte. Mucho más. Pero su geografía está muy cercana. Tan sólo unos kilómetros hacia el flanco norte. Junto a los dos ríos en los que ya tanto hemos navegado desde el GPS. 23 de octubre de 1086. Cristianos y musulmanes. Ímpetu y arrojo. Y algo de imprudencia. El ataque cristiano se hace en viernes. El día sagrado de Al Mutawakil. La venganza no se hace esperar. Los de la cruz salen en desbandada, y los poetas de la munya celebran con cánticos épicos la victoria.

Pero ya nada fue igual. Los versos de Al Mutawakil fueron apagándose, y los surtidores de La Galera, secándose. Era el final de una era. Llegaba la oscuridad. Zalaka fue, en el fondo, una emboscada a nuestro futuro.